Por Gylda Valadez Lazcano
Es muy posible que, en alguna época de nuestra vida, nos hayamos preguntado ¿cómo es que nos encanta la idea de una vida independiente dedicada al estudio, a la profesión y a los viajes? y, a algunas amigas o conocidas, lo que más les hace soñar es tener un esposo, varios niños y una vida doméstica. O por qué otra mujer es capaz de todo con tal de retener a su esposo, aún a riesgo de alejarse de sus hijos, y de sus propios proyectos.
Jean Shinoda Bolen, doctora en medicina, analista junguiana y profesora de psiquiatría en la Universidad de California, en su ya clásico y excelente libro “Las Diosas de cada mujer”, plantea que toda mujer que desee comprender de dónde provienen sus motivaciones, sus reacciones, sus preferencias y por qué éstas de pronto pueden cambiar radicalmente, deberían leer el libro arriba mencionado.
Y seguramente, los hombres que se decidan a tratar de entender a sus misteriosas compañeras, hijas, madres, hermanas, esposas; también disfrutarían mucho de esta información, en lugar de seguir comentando entre ellos “las mujeres son para quererlas, no para comprenderlas…”
La doctora Bolen nos explica, cómo cuando comprendemos cuáles son nuestros patrones internos o arquetipos, podemos llegar a superar muchas restricciones que limitan el desarrollo de nuestras potencialidades, las cuales, al no entender el origen de tantas diferencias, nos pueden ocasionar muchos trastornos en las relaciones con nosotras mismas y con otras mujeres.
El modelo que nos propone consiste en siete diosas arquetípicas griegas que se corresponden con siete tipos de personalidad. Las diosas griegas que forman parte de la tradición mítica de la humanidad nos recuerdan, -como dice la escritora, Jean Houston- que “siempre he pensado en un mito como algo que nunca existió pero que siempre está sucediendo”… Cada mujer puede tener actividades en diferentes etapas de su vida, unas diosas que la influyen y luego sentir que “está cambiando” al activársele otras.
Estas diosas están agrupadas en tres categorías, según los roles que favorecen, las formas de conciencia propias y los factores motivadores.
Las diosas vírgenes: Artemisa, Atenea y Hestia, representan las cualidades de independencia y autosuficiencia en las mujeres.
Las diosas vulnerables: Hera, Deméter y Perséfone son las que encarnan los papeles tradicionales de esposa, madre e hija; es decir, arquetipos orientados a las relaciones.
Y las diosas alquímicas o transformadoras, representadas por Afrodita, diosa del amor y la belleza, agrupan a mujeres que buscan más la intensidad en las relaciones, que la permanencia, y que están abiertas al cambio.
Es importante darnos cuenta, a cuál diosa o diosas podemos estar honrando sin saberlo en nuestra vida cotidiana, en nuestras relaciones, en nuestras preferencias; para darle dirección a esa capacidad en nuestra vida.
Artemisa, diosa de la caza y de la luna, como arquetipo personifica el espíritu femenino libre, independiente, la fraternidad y la conexión con la naturaleza. Es quien hace que una mujer se establezca sus propias metas en lo que ella elija hacer. Artemisa es el símbolo de integridad, de auto-confianza, las mujeres que tienen este arquetipo como predominante se sienten a sus anchas en la naturaleza, en la soledad y siguiendo sus propios instintos.
Atenea, diosa de la sabiduría, de la guerra y de la artesanía, posee como características un desarrollado sentido práctico, el logro de resultados tangibles, la tendencia al pensamiento racional y el dominio del intelecto y de la voluntad por encima del instinto. Las mujeres ateneas son gobernadas por sus cabezas, más que por sus corazones. Representan un tipo de “feminidad viril”.
Hestia, diosa del hogar y del fuego doméstico, de la familia y de los templos; caracteriza a las mujeres que tienden a preferir su propia compañía, que disfrutan de la soledad, de la tranquilidad y también se sienten completas en sí mismas, cualidad que comparten con las otras diosas vírgenes, Atenea y Artemisa. Son mujeres con una importante vida espiritual, sabias, intuitivas, que captan la esencia de las situaciones.
Hera, diosa del matrimonio y esposa, anida en las mujeres que se sienten incompletas sin una pareja y anhelan casarse, incluso más que tener hijos. Son más esposas, que madres. El sentido de sus vidas está fuertemente ligado a la presencia de un esposo y a la vida matrimonial, que las mujeres con predominancia de este arquetipo valoran como sagrada. Suelen ser mujeres celosas, a menudo casadas con hombres poderosos.
Deméter, diosa de las cosechas, nutridora y madre, representa el instinto maternal. Las mujeres dominadas por esta diosa se esmeran por dar vida, por alimentar física, psicológica o espiritualmente a otros. Sus vidas están estrechamente ligadas a las de sus hijos. América Latina está poblada de Deméteres.
Perséfone, la doncella y la hija, predispone a las mujeres a ser más bien receptivas y hasta pasivas, pero no activas. Son las eternas adolescentes, que difícilmente se comprometen de verdad con algo, suelen ser mujeres ingenuas, no importa qué edad tengan.
Afrodita, diosa del amor, la belleza, la sensualidad, se refleja en la capacidad de embellecer, de enamorarse y de transformar creativamente. Actuamos como Afrodita cuando aplicamos nuestro poder alquímico y somos capaces de convertir algo ordinario en algo extraordinario. Disfrutan de su cuerpo, de sus encantos y de su gracia femenina.
Entonces resulta que es un Arte Femenino tener conciencia de estos arquetipos y poder aprovecharlos en nuestro día a día.