Cleopatra, el misterio de la seducción

Por Tania Valencia – Mencionar a Cleopatra es evocar a una mujer que encarnó la inteligencia, la belleza y la seducción. Han transcurrido milenios desde su existencia y es referencia de una fascinante historia misteriosa de poder y amor.

Diversas películas se han realizado sobre Cleopatra, dándolo vida actrices como Elizabeth Taylor, Lindsey Marshal, Sofía Loren, Leonor Varela o Monica Belucci. Todas con diferentes características físicas pero que tienen en común belleza y sensualidad. En definitiva muestras suficientes para demostrar la cautivadora fuerza de quien para muchos fue la última gran maga de Egipto.

Elizabeth Taylor – Cleopatra, 1963

Es posible que todas sus virtudes fueran exageradas desde el punto de vista físico. Su mítica belleza, famosa gracias a las obras de arte y al cine moderno, no tiene ningún respaldo arqueológico a tenor de los retratos que de ella nos han llegado. No obstante, como afirmaban los que la conocieron, el tono de su voz y su forma de ser eran capaces de encandilar al monarca más inquebrantable.

A través de Isis, la Diosa más importante de la mitología egipcia, Cleopatra VII decía ser su reencarnación. No por nada se le conoció como la Nueva Isis, lo que le daba un aire místico ante sus súbditos. Fue ante todo sacerdotisa de Isis y como tal aparece en los textos egipcios de la época. Un papel que acabó por convertirla en un importante personaje de la vida religiosa y mágica egipcia, verdadero puente hasta Occidente de una tradición que durante miles de años había conseguido expandirse por todo el Valle del Nilo.

Cleopatra era una mujer cautivadora, pero no tanto por una cuestión física, sino por dos cosas mucho más profundas y valiosas: sus inteligencia y carisma.

Hablaba hasta 12 idiomas, era una experta en oratoria y dominaba campos como las matemáticas, la astronomía y la filosofía… Hasta el punto de ser bienvenida en las conversaciones entre los maestros de estas materias sobre dichas cuestiones.

Plutarco, historiador griego describía que la belleza de esta poderosa reina estaba en su voz, absolutamente irresistible -y que, sospechamos, modulaba con gran talento-, que despertaba deseo en todo aquel que la escuchaba:

“no era tal que deslumbrase o dejase parados a los que la veían; pero su trato tenía un atractivo inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su conversación, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo. Cuando hablaba, el sonido mismo de su voz tenía cierta dulzura, y con la mayor facilidad acomodaba la lengua como un órgano de muchas cuerdas al idioma que se quisiese”.

Leonor Varela – Cleopatra, 1999

Historia de una reina

Cleopatra VII (69-30 a. C.), fue la última regente de la dinastía macedonia de los ptolomeos instalada en el trono de Egipto a la muerte de Alejandro Magno por uno de sus generales, Ptolomeo, en el año 323 antes de nuestra era. Hija de Ptolomeo XII Auletes, Cleopatra subió al trono de las Dos Tierras en el año 51 a. C., cuando solamente contaba 18 años de edad.

Para ello se casó con su hermano Ptolomeo XIII, de 12, con quien gobernó en corregencia hasta que, con la ayuda de Julio César (100-44 a. C.) de quien tendría un hijo, Cesarión (47-30 a. C.), consiguió gobernar en solitario a partir del año 47. Más tarde, el declive vendría tras su unión con Marco Antonio (83-30 a. C.), de quien la reina tendrá dos gemelos, matrimonio que supuso el fin de una era gloriosa para Egipto, y la inclusión del país como una simple provincia más de Roma a manos de Octavio (63 a. C.-14 d. C.).

Embajadora de los dioses

Pese a su origen griego, los ptolomeos se sintieron atraídos de forma casi irresistible por la cultura de Egipto y Cleopatra es un claro ejemplo de ello. La reina sabía que la única forma de alcanzar el impresionante legado iniciático de sus ancestros era por medio de sus sacerdotes. Y qué mejor lugar para aprender que la antigua capital de Menfis.

Aunque su poder político había desaparecido en favor de la moderna Alejandría, Menfis todavía conservaba ese halo de religiosidad mistérica que le habían proporcionado miles de años de especulación mitológica. Casi con toda seguridad Cleopatra se inició en esta ciudad en los ritos de Isis y en especial en su “mensaje de salvación” que tanta importancia adquiriría en el orbe romano con posterioridad.

Cleopatra creó nuevos papeles religiosos para la mujer, si bien es cierto que estaban muchos de ellos basados en el viejo concepto de “esposa del dios”, título llevado por numerosas reinas en época faraónica.

La muerte de la reina se narra según la tradición literaria que fue por el veneno de una víbora áspid o el de una cobra, símbolo por antonomasia del poder faraónico, los expertos no se ponen de acuerdo, pudo haber tenido quizás un trasfondo mágico. Como iniciada en los ritos de Isis, Cleopatra seguramente conocía el valor tónico de estas criaturas. Muchos textos sagrados de los antiguos egipcios nos hablan del valor regenerador y renovador de las serpientes.

La reina quizás, conocedora del final de la etapa que acababa de culminar, decidió dar un paso adelante y de la mano de la milenaria Meretseger, la diosa cobra de las necrópolis de Tebas, emprendió un camino de gloria por el inframundo; un verdadero paseo triunfal del que todavía podemos oír el estruendo de los clamores dos mil años después.

Sus Técnicas Secretas de Seducción

Después de dominar a Julio César, el hombre más poderoso del mundo de su época, dejó muchas enseñanzas de conocimiento femenino, tanto de rituales de belleza como de seducción.

Primeramente es que entendía perfectamente las fantasías del hombre. Ella sabía cómo jugar con la mente masculina, para que poco a poco perdiera el control y terminara rindiéndose ante el encanto de sus historias.

Al ser condenada al exilio por su hermano menor, el cual había tomado el poder en Egipto creo su estrategia para recuperar el poder, consistió en seducir a Julio César (Emperador Romano), el hombre más poderoso de la época.

Para lograr su objetivo tenía que llegar al palacio del gran César sin ser vista. Por tal motivo, a sus 21 años, decide esconderse en una alfombra enrollada para llegar sorpresivamente al palacio del emperador romano.

Cleopatra no usó una simple frase para enamorar a Julio César, lo que ella hizo fue dejar fluir las cosas en su momento, teniendo absoluto control. Lo que sí es seguro es que ella le hacía vivir una fantasía diferente todos los días.

Según el libro “El Arte De La Seducción” De Robert Greene, Cleopatra usó la estrategia de jugar con la mente del hombre.

Cada día usaba un maquillaje diferente. Por ejemplo, un día se maquilló como la Diosa Isis y actuó de manera tal que Julio César sintió que tenía en frente a una Diosa, lo cual hizo volar su imaginación.

Vestía de manera provocativa, mantenía a varias de sus esclavas alrededor con abanicos, peinándola y dándole masajes, lo cual generaba en ella una imagen de poder absoluto y sensualidad.

Monica Bellucci – Astérix y Obélix: Misión Cleopatra, 2002

El momento en que Julio César recostaba su cabeza sobre la almohada, su mente giraba en torno a las muchas imágenes y fantasías que Cleopatra representaba.

Lo cierto es que Julio César no tuvo otra opción más que dejar fluir esa atracción en su interior con cada fantasía representada por Cleopatra

Con fragmentos del Artículo publicado originalmente en la revista Más Allá de la Ciencia en 2003

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